La brecha de género en el emprendimiento

El emprendimiento es una actividad económica y social que implica la creación de nuevas empresas, productos o servicios, con el fin de generar valor, innovación e impacto. Sin embargo, no todas las personas tienen las mismas oportunidades o condiciones para emprender, y una de las principales barreras que se enfrentan es la brecha de género.

La brecha de género en el emprendimiento se refiere a la diferencia entre el número y el desempeño de las mujeres y los hombres que inician o dirigen sus propios negocios. Según el informe Global Entrepreneurship Monitor (GEM) 2020, solo el 10,2% de las mujeres adultas en el mundo participan en emprendimientos en etapa temprana, frente al 12,8% de los hombres. Además, las mujeres tienden a tener negocios más pequeños, menos rentables y menos innovadores que los hombres, lo que limita su potencial de crecimiento y desarrollo.

¿Qué factores explican esta brecha? Algunos de ellos son:

– La falta de acceso a recursos financieros, educativos y tecnológicos. Las mujeres suelen tener menos capital propio o externo para financiar sus proyectos, menos formación empresarial o técnica y menos acceso a redes de apoyo o mentores que les brinden asesoría o contactos.
– La discriminación y los estereotipos de género. Las mujeres suelen enfrentar prejuicios o sesgos por parte de los clientes, proveedores, inversores o instituciones que cuestionan su capacidad o credibilidad como emprendedoras. También se ven afectadas por las normas sociales o culturales que asignan roles tradicionales a las mujeres, como el cuidado del hogar o la familia, y que limitan sus aspiraciones o expectativas profesionales.
– La falta de confianza y autoeficacia. Las mujeres suelen tener menos confianza en sus habilidades o competencias para emprender, y más miedo al fracaso o al riesgo que los hombres. Esto les impide aprovechar las oportunidades o asumir los desafíos que implica el emprendimiento.

¿Qué se puede hacer para reducir esta brecha? Algunas posibles acciones son:

– Promover el acceso a recursos financieros, educativos y tecnológicos para las mujeres emprendedoras. Esto implica facilitar el acceso al crédito, a programas de formación o capacitación, a plataformas digitales o herramientas tecnológicas y a redes de apoyo o mentores que les brinden orientación o acompañamiento.
– Combatir la discriminación y los estereotipos de género en el ecosistema emprendedor. Esto implica sensibilizar y concienciar a los actores relevantes sobre la importancia y el valor de la diversidad y la inclusión en el emprendimiento, así como eliminar las barreras legales, institucionales o culturales que dificultan la participación o el desempeño de las mujeres.
– Fomentar la confianza y la autoeficacia de las mujeres emprendedoras. Esto implica estimular y reconocer sus logros y potencialidades, así como brindarles espacios seguros y favorables para desarrollar sus ideas o proyectos, aprender de sus errores y superar sus miedos.

La brecha de género en el emprendimiento es un problema que afecta no solo a las mujeres, sino a toda la sociedad. Al reducir esta brecha, se contribuye a generar más oportunidades, innovación e impacto para todos.

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